¿Sabías que Julio Verne, un visionario, escritor francés que dejó una huella imborrable en la literatura, nació el 8 de febrero de 1828 bajo el signo zodiacal de Acuario? En sus novelas se ve reflejada su personalidad: imaginación, insaciable curiosidad, naturaleza humanitaria y su deseo de hacer del mundo un lugar mejor, amor por la innovación y la tecnología.
Julio Verne no tenía estudios ni conocimientos científicos, sin embargo, su mente innovadora le hizo imaginar algunos inventos y anticipar la evolución futura de algunos que ya existen. En sus novelas describió avances tecnológicos que en su época eran inimaginables.
Obras como “Viaje al centro de la Tierra”, “De la Tierra a la Luna”, “Veinte mil leguas de viaje submarino” o “La vuelta al mundo en ochenta días” son una muestra de cómo su personalidad influyó en la creación de personajes y aventuras.
Podríamos dedicar páginas a comentar las novelas de este pionero de la ciencia ficción, de su legado en la literatura, pero en este post vamos a incorporar un poco de ciencia a una de sus obras: “La vuelta al mundo en ochenta días”, veámosla.
Cuando Julio Verne publicó en 1872 su archiconocida novela La vuelta al mundo en 80 días, todavía no se habían establecido los husos horarios, y cada ciudad tenía su hora. Pero ocurre un hecho en la novela que tiene más importancia de lo que cabría esperar en la realidad, del que vamos hablar aquí.
En el año 1876, a un ingeniero escocés se le ocurrió resolver el problema de perder trenes por confusiones en la hora. Hasta hace casi siglo y medio, la hora de un lugar era la que decía el relojero más cercano, establecida a partir del cénit del Sol (justo cuando está en su punto más alto, a mediodía). Cuando a este ingeniero, Sandford Fleming, un error en su billete a Irlanda le hizo perder un tren, pensó en citar a varios países del mundo para dar con la solución: los husos horarios. Y así fue, en 1884, en la Conferencia Internacional del Meridiano, 25 países decidieron dividir el planeta en 24 husos horarios (bueno, Santo Domingo se opuso).
Volviendo a la novela, el protagonista parece que pierde su apuesta, la de dar la vuelta al mundo en 80 días. Phileas Fogg debe volver el 21 de diciembre de 1872 a Londres a las 20:45 y cuando llega su reloj marca las 20:50. Él cree que es el día 21 de diciembre, cuando en realidad es 20. El día ganado sin darse cuenta es debido a que Fogg se movía hacia el este y avanzaba 4 grados cada minuto. Como la Tierra tiene 360 grados, eso nos da 1440 minutos, o sea, 24 horas. No es casualidad que salgan estos cálculos, Verne lo tuvo en cuenta. Para Fogg habían pasado 80 días y 5 minutos por retrasos, para sus amigos 79 días y 5 minutos.
Estoy hablando de la Línea Internacional del Cambio de Fecha o Meridiano 180, que no “existía” entonces. Esta es la línea imaginaria donde acaban los mapas. Si hubiera “existido” en el momento de escribir el libro, Fogg se habría dado cuenta de que había añadido un día a su reloj. Si cruzas esta línea, puedes “viajar en el tiempo”.
El huso horario más occidental es el UTC-12. Es la hora que tienen en 2 islas de EEUU, isla Baker e isla Howland. El huso horario más oriental es el UTC+14. Es la hora que tienen los relojes kiribatianos. ¿Os dais cuenta? Una diferencia horaria de 26 horas significa que se puede estar en la Tierra en 3 días distintos durante 2 horas. Pero más curioso es el hecho de las Samoas. Cuando Samoa cambió su posición a la derecha en los mapas en 2011, no se desplazó geográficamente, solo cambió su huso horario: se pasó al UTC+13, por motivos económicos. Entre Samoa y Samoa Americana hay menos de 80 kilómetros en barco, pero hay una diferencia de 24 horas.
¿Te imaginas lo que es estar en 2 días distintos bajo el mismo sol? Aunque no hayas nacido bajo el signo de Acuario y no tengas la imaginación que demostró tener Julio Verne, también puedes dejar volar tu imaginación, soñar…
Si no has leído ninguna novela de Julio Verne te recomiendo que lo hagas y nos digas si crees que Julio Verne quiso reflejar su mentalidad acuariana, por ejemplo, en el personaje principal de “La vuelta al mundo en ochenta días”, Phileas Fogg.
Aquí te dejamos un enlace dónde encontrarla.